James Redfield, psicólogo: Flujos sincrónicos y Dramas de Control. "Dios nos habla a través de la intuición y de las casualidades".
61 años. Alabama. Casado. Dos hijas. Psicólogo. Cristiano.
Los problemas personales se resuelven mejor a través del desarrollo espiritual. Tanta corrupción en el poder está provocando en la base social una necesidad de integridad.
Flujo sincrónico
Estudiando Psicología en la Universidad de Auburn comenzó a investigar una hipótesis: Observó que cada vez más gente vivía experiencias profundas a través de las misteriosas coincidencias que se dan en la vida -el flujo sincrónico-. Esto le llevó a un nuevo modelo de percepción espiritual.
Años después trabajó con niños maltratados. Para tratarlos dio a sus vidas una dimensión espiritual. Les enseñó a estar atentos a esas casualidades y sincronicidades de la vida.
Explicó su teoría en la novela, Las nueve revelaciones. Ahora la serie continúa con La duodécima revelación (Aguilar).
Estuvo 15 años en un centro de Auburn y después en Birmingham. Fue terapeuta de niños maltratados, adolescentes que habían sufrido abusos en el pasado y que para aliviar su dolor se drogaban y delinquían. Trataba a los niños y a sus padres. Fue un laboratorio en el que comprobó una y otra vez su idea fundamental: La mejor terapia para sanar a una persona herida es ayudarle a descubrir su dimensión espiritual. Pudo revertir esas actitudes haciéndoles conscientes de sus traumas y haciendo que conocieran sus propias fortalezas para afrontarlos.
Cuando a esos jóvenes les enseñaba el camino espiritual, ellos comenzaban a tener revelaciones que les ayudaban a abrirse por completo y a encontrar seguridad en su interior. Tener revelaciones es algo habitual. Es el lenguaje a través del que nos habla Dios: intuiciones, casualidades... Dios es el conocimiento superior contenido dentro de nuestra propia mente; y se comunica con nosotros a través de la intuición.
Esas coincidencias misteriosas nos aportan información. Esas casualidades nos abren una puerta. Son mensajes que nos asisten a lo largo de la vida; que nos guían; pequeñas revelaciones que las personas tienen que aprender a identificar.
Todas las tradiciones religiosas afirman que debemos llamar a la puerta y pedir ayuda. En nuestra cultura materialista a veces es difícil aceptar lo intangible, pero uno mismo puede comprobarlo: pidiendo soluciones de forma genuina; escuchando atentamente las respuestas; observando lo que ocurre y siendo sensible a ello; y desvelando el mensaje. Si nos dejamos llevar por la intuición, esta nos conducirá a misteriosas coincidencias.
Dramas de control.
Es la teoría de los dramas de control, de Carl Jung. Afectan a nuestra propia vida y a la vida de quienes nos rodean. Cada uno de nosotros ha aprendido, de forma inconsciente, a conseguir la atención y la energía de los demás. Todos seguimos un patrón, una pauta mediante la cual nuestro ego intenta controlar la situación en la que nos encontramos, aliviar nuestra ansiedad. Nuestro ego tiene miedo y quiere protegernos; queremos sentirnos seguros, tener éxito, y para ello utilizamos al otro, mediante cuatro pautas de comportamiento:
1. Autovictimización: la persona obtiene comprensión y atención haciéndose la víctima; y nos hace sentirnos culpables y responsables por ella.
2. Distanciamiento: la persona obtiene la atención siendo distante, reservada; esta forma de coqueteo hace que los otros se interesen por ella; y aunque no te acerques a esa persona, tú te fijarás en ella y ella captará tu energía.
3. Cuestionamiento: los cuestionadores son personas que roban la energía juzgando y criticando a los demás, cuestionándolos; consiguen que la gente de su entorno vaya con pies de plomo y que les dediquen atención por temor a ser objeto de críticas.
4. Intimidación: los intimidadores son las personas que roban energía del resto con amenazas.
Todo es para que el ego se sienta mejor. La base de todos los conflictos está en una competencia inconsciente por la energía. Dominar o manipular a otros nos da una energía extra que creemos necesitar. Debemos ser conscientes de la dinámica familiar que crea nuestro drama de control y superarlo.
Para evitar que alguien ejerza sobre nosotros ese drama de control, debemos hablarle a su alma, en vez de hablarle a su ego: la conversación cambia casi de manera milagrosa. Es el poder de la honestidad. La lucha por la energía es contagiosa: lo más importante es que nos mantengamos por encima del juego del otro.
Es difícil dejar de ser un vampiro y dejar de absorber la energía del otro. Hay que dedicar el tiempo suficiente a plantearse preguntas y escuchar las corazonadas. Esa guía interna es clara y práctica. El mundo espiritual funciona por el poder de la fe. El agradecimiento por adelantado abre una puerta a un futuro mejor. Si estamos constantemente en un estado de gratitud por lo que tenemos y lo que podemos recibir, se produce una reacción kármica que acaba trayendo lo que queremos. Ser espiritual es mucho más que creer en un dios abstracto; es abrazar el descubrimiento de otra dimensión de la vida que opera sólo de manera espiritual. Cuando lo descubres te das cuenta de que el universo está repleto de esas misteriosas coincidencias, encuentros fortuitos, intuiciones, y que todas apuntan a un propósito más alto de la vida humana.
Extracto de la entrevista publicada en La Vanguardia el 02/07/2011, para ver la entrevista completa: