The Dark & The Wild Side

Φύσις κρύπτεσθει θιλέι ("La realidad tiende a ocultarse"), Heráclito.
"Lo real no es lo observable, lo real es aquello que subyace a lo observable".
The S&NH Nightmare Team.

XTreme-NoiseHell. The Sounds of Chaos

Exploring Sound & Image Systems.
Electronic, dodecaphofonic and aleathory music.

20111225

Lo estrambótico y el Mal.

En nuestros días las noticias sobre política y economía a menudo adquieren un caracter estrambótico. La realidad político-social se está volviendo cada vez más estrambótica. Y lo estrambótico es la característica esencial de todo aquello que es resultado del azar, de lo irracional, de lo ingobernable. Lo estrambótico es la esencia del caos y es lo que define la naturaleza del mal.

El juego de azar por excelencia es la ruleta; que proviene de la rueda de la fortuna. Si analizas los resultados de una serie de jugadas, compruebas que sus resultados son estrambóticos. La ruleta tiene 36 números; del 1 al 36. Si sumas los 36 números, el resultado es 666, el "Número de la Bestia". La bestia simboliza lo irracional, lo ingobernable, lo imprevisible... lo estrambótico.


El actual juego de la ruleta procede de las modificaciones que Blaise Pascal introdujo sobre la rueda de la fortuna. Pascal utilizaba una ruleta que él mismo 
se fabricó, para investigar las leyes del azar y de la probabilidad. Dedicó a ello muchos años. Nadie sabe hasta donde llegaron sus descubrimientos. Lo único que se sabe es que a los 32 años, lo abandonó todo -incluidas sus investigaciones- y se recluyó en un monasterio; en el que murió a los 39 años.

Lo estrambótico, lo irracional, lo ingobernable... la locura, el caos... el Mal. 

20111211

Pierre Magistretti, neurobiólogo; coautor de un modelo fisiológico para el psicoanálisis


Los enigmas del placer (Katz), Doctores Magistretti y Ansermet;  Associació Catalana d'Atenció Precoç: Ambos iluminan los vericuetos por los que perseguimos el goce para encontrarnos con nuestra propia pulsión de autodestrucción y muerte.

La palabra puede curar como un fármaco. Estrenamos cerebro a cada instante. La repetición es destructiva y la recreación, constructiva. El hombre no busca su propio bien.

Placer y muerte: Einstein veía la realidad a través de las ideas y creyó que la Sociedad de Naciones podría lograr la paz, por eso invitó a Freud a ayudarle. Freud veía las ideas a través de la realidad y le contestó que era un ideal imposible, porque el ser humano es un ser contradictorio que obedece a un instinto autodestructivo, la pulsión de muerte, del que se deshace descargándolo contra otros hombres.

El cerebro nunca es igual a sí mismo. No puedes pensar dos veces con el mismo cerebro, porque cambia con cada experiencia y a cada instante. Las neuronas se organizan y reorganizan en redes, que la experiencia va modificando. Esta es la más prometedora frontera de la neurociencia, la plasticidad neuronal: Neurones that fire together, wire together, las neuronas que se enlazan acaban formando un cableado, un mapa, un sistema. Y ese proceso se repite modelando y remodelando nuestro cerebro continuamente. La experiencia se hace órgano. La experiencia modifica la sinapsis, la transferencia de información entre neuronas. Cuando usted crea una imagen, deja una huella en el cerebro, un mapa mental, y cada vez que evoca esa imagen la reactiva, pero creando otro mapa nuevo. Es la base fisiológica de la creatividad y del psicoanálisis.Freud explica cómo la reasociación de imágenes en cada ocasión es el fundamento del inconsciente. La experiencia deja un recuerdo y una imagen, una huella sináptica, pero al evocar esa imagen previa siempre obtenemos otra nueva con conexiones de la anterior, pero reorganizadas de forma nueva. La memoria es un país en el que siempre somos extranjeros. En esa recreación mental continua está el punto de contacto entre el psicoanálisis, la creatividad y la neurología. La palabra es también una experiencia y por eso modifica la sinapsis, las conexiones neuronales que conforman, al cabo, esa red de redes que es nuestro cerebro. Y el verbo se hace carne. Y cura. La palabra puede curar como un fármaco. Por eso el cerebro no es un mero contenedor de capacidades como el área del habla, el cálculo, la memoria...También es una formidable máquina temporal. Hay un psicoanálisis del devenir de nuestra mente que indaga en ella hasta descifrar y darle sentido y así revela y alivia nuestros traumas. Pero también hay otro psicoanálisis que opera en el instante. Sincrónico y diacrónico, como en la definición de lenguaje de Saussure. El ser humano se debate entre su tendencia destructiva a la repetición y su vocación de reinventar. La repetición es destructiva, la reinvención es creativa. Por eso, Einstein dice que inventar es pensar al lado, fuera de la caja. Lo que también se llama hoy pensamiento lateral. La repetición nos gratifica, pero al mismo tiempo ese mecanismo de gratificación en la repetición inicia uno de penalización; cualquier hábito produce placer y desplacer de modo complejo y complementario para lograr un equilibrio homeostático...
Nuestro cerebro incentiva y desincentiva a la vez. Por eso el ser humano es el único que puede hallar placer en el desplacer. El primer sorbo de vino es el mejor. Porque, al principio, cualquier adicción genera mucho placer y poco desplacer, pero al ir repitiendo la acción en busca de más gratificación obtenemos menos: la proporción de placer y desplacer se va invirtiendo. Las adicciones, obsesiones y conductas compulsivas obedecen a ese mecanismo. Gozamos la primera dosis y paulatinamente tenemos que aumentarla ya no para obtener placer, sino sólo para evitar el desplacer... Cada vez tomas más y gozas menos. De forma que al final no actuamos para obtener más placer, sino sólo para no sufrir más desplacer. Es lo que le sucede al adicto: al principio aumenta las dosis para obtener más placer y después tan sólo para no sufrir el síndrome de abstinencia. Placer y desplacer son inversamente proporcionales. Y así puede llegar a la muerte. Freud intenta analizar el principio del placer y sus mecanismos, pero fracasa, porque descubre que el ser humano busca algo más allá del placer, algo que puede llevarlo a la muerte. Somos seres paradójicos. El ser humano no busca su propio bien: desea estar sano, pero fuma; ama a su pareja, pero se va con otra... Y después vuelve a enamorarse de la siguiente pareja, pero reproduce la pesadilla... Una y otra vez... Al hombre le cuesta desear a la que ama y amar a la que desea. Buscamos equilibrio y por eso llegamos al desequilibrio. Y al indagar en el principio del placer, Freud descubre que persiguiendo ese equilibrio podemos llegar sin saberlo a desear la autodestrucción y la muerte. La pulsión de muerte es un instinto autodestructivo, pero no sólo individual. También explica el comportamiento irracional de algunos pueblos, su agresiva psique colectiva. Y sería la última explicación de la guerra. Es el modo en que los pueblos descargan su pulsión de muerte sobre otros pueblos. El cerebro puede ser un mal bicho. Es una máquina de adaptarse al medio y crear un equilibrio, pero también es un instrumento para desequilibrarse, soñar, depender de una sustancia, una conducta, una relación... Es una red paradójica en múltiples sentidos.

Extracto de la entrevista aparecida en el diario "La Vanguardia", el día 11/12/2011:



20110815

"Te vas porque yo quiero que te vayas,


y a la hora que yo quiera te detendrás. 


Yo se que mi cariño te hace falta,


porque, lo quieras o no, soy tu dueña".

20110703

James Redfield, psicólogo: Flujos sincrónicos y Dramas de Control. "Dios nos habla a través de la intuición y de las casualidades".

James Redfield, psicólogo: Flujos sincrónicos y Dramas de Control. "Dios nos habla a través de la intuición y de las casualidades".
61 años. Alabama. Casado. Dos hijas. Psicólogo. Cristiano.

Los problemas personales se resuelven mejor a través del desarrollo espiritual. Tanta corrupción en el poder está provocando en la base social una necesidad de integridad.

Flujo sincrónico

Estudiando Psicología en la Universidad de Auburn comenzó a investigar una hipótesis: Observó que cada vez más gente vivía experiencias profundas a través de las misteriosas coincidencias que se dan en la vida -el flujo sincrónico-. Esto le llevó a un nuevo modelo de percepción espiritual.

Años después trabajó con niños maltratados. Para tratarlos dio a sus vidas una dimensión espiritual. Les enseñó a estar atentos a esas casualidades y sincronicidades de la vida.
Explicó su teoría en la novela, Las nueve revelaciones. Ahora la serie continúa con La duodécima revelación (Aguilar).

Estuvo 15 años en un centro de Auburn y después en Birmingham. Fue terapeuta de niños maltratados, adolescentes que habían sufrido abusos en el pasado y que para aliviar su dolor se drogaban y delinquían. Trataba a los niños y a sus padres. Fue un laboratorio en el que comprobó una y otra vez su idea fundamental: La mejor terapia para sanar a una persona herida es ayudarle a descubrir su dimensión espiritual. Pudo revertir esas actitudes haciéndoles conscientes de sus traumas y haciendo que conocieran sus propias fortalezas para afrontarlos.

Cuando a esos jóvenes les enseñaba el camino espiritual, ellos comenzaban a tener revelaciones que les ayudaban a abrirse por completo y a encontrar seguridad en su interior. Tener revelaciones es algo habitual. Es el lenguaje a través del que nos habla Dios: intuiciones, casualidades... Dios es el conocimiento superior contenido dentro de nuestra propia mente; y se comunica con nosotros a través de la intuición.

Esas coincidencias misteriosas nos aportan información. Esas casualidades nos abren una puerta. Son mensajes que nos asisten a lo largo de la vida; que nos guían; pequeñas revelaciones que las personas tienen que aprender a identificar.

Todas las tradiciones religiosas afirman que debemos llamar a la puerta y pedir ayuda. En nuestra cultura materialista a veces es difícil aceptar lo intangible, pero uno mismo puede comprobarlo: pidiendo soluciones de forma genuina; escuchando atentamente las respuestas; observando lo que ocurre y siendo sensible a ello; y desvelando el mensaje. Si nos dejamos llevar por la intuición, esta nos conducirá a misteriosas coincidencias.

Dramas de control.

Es la teoría de los dramas de control, de Carl Jung. Afectan a nuestra propia vida y a la vida de quienes nos rodean. Cada uno de nosotros ha aprendido, de forma inconsciente, a conseguir la atención y la energía de los demás. Todos seguimos un patrón, una pauta mediante la cual nuestro ego intenta controlar la situación en la que nos encontramos, aliviar nuestra ansiedad. Nuestro ego tiene miedo y quiere protegernos; queremos sentirnos seguros, tener éxito, y para ello utilizamos al otro, mediante cuatro pautas de comportamiento:

1.    Autovictimización: la persona obtiene comprensión y atención haciéndose la víctima; y nos hace sentirnos culpables y responsables por ella.
2.    Distanciamiento: la persona obtiene la atención siendo distante, reservada; esta forma de coqueteo hace que los otros se interesen por ella; y aunque no te acerques a esa persona, tú te fijarás en ella y ella captará tu energía.
3.    Cuestionamiento: los cuestionadores son personas que roban la energía juzgando y criticando a los demás, cuestionándolos; consiguen que la gente de su entorno vaya con pies de plomo y que les dediquen atención por temor a ser objeto de críticas.
4.      Intimidación: los intimidadores son las personas que roban energía del resto con amenazas.

Todo es para que el ego se sienta mejor. La base de todos los conflictos está en una competencia inconsciente por la energía. Dominar o manipular a otros nos da una energía extra que creemos necesitar. Debemos ser conscientes de la dinámica familiar que crea nuestro drama de control y superarlo. 

Para evitar que alguien ejerza sobre nosotros ese drama de control, debemos hablarle a su alma, en vez de hablarle a su ego: la conversación cambia casi de manera milagrosa. Es el poder de la honestidad. La lucha por la energía es contagiosa: lo más importante es que nos mantengamos por encima del juego del otro. 

Es difícil dejar de ser un vampiro y dejar de absorber la energía del otro. Hay que dedicar el tiempo suficiente a plantearse preguntas y escuchar las corazonadas. Esa guía interna es clara y práctica. El mundo espiritual funciona por el poder de la fe. El agradecimiento por adelantado abre una puerta a un futuro mejor. Si estamos constantemente en un estado de gratitud por lo que tenemos y lo que podemos recibir, se produce una reacción kármica que acaba trayendo lo que queremos. Ser espiritual es mucho más que creer en un dios abstracto; es abrazar el descubrimiento de otra dimensión de la vida que opera sólo de manera espiritual. Cuando lo descubres te das cuenta de que el universo está repleto de esas misteriosas coincidencias, encuentros fortuitos, intuiciones, y que todas apuntan a un propósito más alto de la vida humana.

Extracto de la entrevista publicada en La Vanguardia el 02/07/2011, para ver la entrevista completa: